Universidad Nacional Autónoma de México
75 Aniversario Facultad de Ciencias

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75 Aniversario Facultad de Ciencias

Presentación

En mitos sobre el origen de las técnicas y del desarrollo de la ciencia como los de Hefesto, Dédalo y el de Prometeo, la entrega del fuego a los humanos ha significado no sólo el calor y la luz, sino los beneficios del conocimiento racional.

En la mitología griega fue el mismo Titán Prometeo quien, desobedeciendo a los dioses, entregó a los seres humanos la sabiduría de las artes y el fuego del conocimiento a un precio sumamente doloroso.    Sin embargo, Prometeo logra escapar de su castigo y desencadenarse de su roca, un acto que representa la libertad que da el uso de la razón y que, en la monumental escultura de nuestro patio central, se fija como símbolo del conocimiento científico y de la unión de los saberes.

A setenta y cinco años de fundada nuestra Facultad, no me cabe duda que somos afortunados testigos y copartícipes de su alto prestigio. Esto, es claro, debido al trabajo cotidiano de todas las personas que a través del tiempo la han ido construyendo, gracias a todas y todos ustedes, estudiantes, profesores y trabajadores que con su presencia y dedicación la llenan de vida y dinamismo. Pero también, y sobre todo, gracias a la riquísima historia, escrita por personajes memorables, mujeres y hombres protagonistas de los momentos más ilustres que han ido dando forma a la ciencia mexicana, y de la cual la Facultad de Ciencias es heredera. Hombres y mujeres apasionados que, además de haber dedicado su vida al quehacer científico, pusieron los cimientos fundacionales sobre los que se ha construido lo que la mayoría de nosotros, y muchas generaciones que nos anteceden, consideramos orgullosamente nuestro segundo hogar.

El aniversario que hoy celebramos nos sirve para reconocer y recordar el fundamental papel que esta Facultad ha jugado en el desarrollo del conocimiento científico así como en la consolidación de la Universidad Nacional. En este sentido, estoy convencida que nadie aquí refutaría que los enormes avances científicos que se han dado en nuestro país en el siglo veinte y lo que va del veintiuno, no se pueden explicar sin la existencia de la Facultad de Ciencias, sin los talentos que ha formado a través del tiempo, sin su producción de conocimientos y sin la divulgación de la cultura científica que realiza día con día y desde hace más de siete décadas.

Hoy aprovechamos para rendirle homenaje a quienes fueron sus fundadores y a todas las personas que, de distintos modos, contribuyeron para que el día de hoy nuestra Facultad se erija orgullosa sobre su historia. Por ello, quisiera dedicar unos minutos para hablar un poco de los orígenes y los pasos que nos han traído hasta aquí.

Como han de saber, fue en el ya lejano siglo XVI que se fundó la Real y Pontificia Universidad de México y se instaló en nuestro país la primera imprenta de América. En esa imprenta, se fabricó en 1557 el primer libro de física publicado en todo el Nuevo mundo y que fuera escrito por Alonso de la Veracruz. Sin embargo, este inicio temprano y promisorio de la cultura científica en México se vio frenado en los siglos subsecuentes por el terrible papel de la Inquisición, pero esto no impidió que unas cuantas mentes privilegiadas mantuvieran viva la curiosidad y el amor por el conocimiento, como fue el caso, a mediados del Siglo XVII, de Juana de Asbaje y Ramírez –Sor Juana Inés de la Cruz- o de José Antonio de Alzate, al igual que aquellos que dieron vida y poco a poco convirtieron al Real Colegio de Minería en la primera casa de la ciencia mexicana, lugar donde se inició la enseñanza formal del cálculo diferencial e integral, de la mecánica de Newton y de la química.

Durante el siglo XIX las frecuentes guerras que atormentaron a nuestra nación causaron que la Universidad fuera clausurada y luego suprimida en forma definitiva por Maximiliano de Habsburgo. Pero en los albores del siglo XX las escuelas de Medicina, Jurisprudencia, Ingeniería y Bellas Artes, fueron reunidas en un proyecto común por Justo Sierra en la recién fundada Universidad Nacional a la cual, además, dotó de la Escuela Nacional de Altos Estudios, que es, nada más y nada menos, que el origen común de la Facultad de Filosofía y Letras y de nuestra Facultad de Ciencias.

Es importante señalar que el primer curso avanzado de matemáticas ofrecido en México lo impartió, en 1912, un joven profesor llamado Sotero Prieto, quién es considerado el formador de los primeros matemáticos y físicos profesionales mexicanos, entre los que destacan: Alfonso Nápoles Gándara, Manuel Sandoval Vallarta, Nabor Carrillo, Carlos Graef y Alberto Barajas.

En 1929, la Universidad Nacional obtiene su autonomía y Antonio Caso, director de la Facultad de Filosofía y Letras crea, junto con el fundador del Instituto de Bilogía, Isaac Ochoterena, la Sección de Ciencias, permitiendo así que en la década de los treinta empezaran a recibirse los primeros maestros y doctores en ciencias exactas, físicas y biológicas. De esta primera generación de graduados cabe destacar a Enrique Beltrán y de Helia Bravo, quien no sólo fue la primera mujer sino la primera persona en obtener el título profesional en la sección de ciencias en nuestro país.

Bajo el rectorado de Manuel Gómez Morín se dio un hecho trascendental pues el primero de enero de 1939, el Consejo Universitario aprobó el proyecto presentado por Ricardo Monges López, Antonio Caso, Isaac Ochoterena y Alfredo Baños que dio nacimiento a la actual Facultad de Ciencias, abarcando las carreras de Biología, Física y Matemáticas, con una organización departamental y aspirando a que, asociado a cada departamento, hubiera un Instituto de Investigación, cuestión que es, desde entonces, una de las principales fortalezas de nuestra Facultad.

Ya en Ciudad Universitaria, inaugurada en 1954, nuestra Facultad ocupó edificios en el campus central y finalmente en 1977 se trasladó a sus instalaciones actuales. Recientemente, en 2004, se abrió su primera sede foránea en Sisal, Yucatán, a la que se ha sumado la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación en el Campus Juriquilla, Querétaro, de la UNAM. Hay que decir que también históricamente la Facultad de Ciencias ha rebasado sus fronteras y jugado un papel relevante en el acontecer político nacional, particularmente en eventos que han dejado huella en la modernidad mexicana como los movimientos estudiantiles de distintas épocas lo que habla del compromiso social de su comunidad.

Actualmente, nuestra Facultad cuenta con una matrícula de más de nueve mil quinientos alumnos, de licenciatura y posgrado, y una planta académica integrada por dos mil seiscientos sesenta y un docentes, técnicos e investigadores. A las carreras de Actuaría, Biología, Física, Matemáticas, Ciencias de la Computación, Manejo Sustentable de Zonas Costeras,  Ciencias de la Tierra y Física Biomédica a las que se han sumado las licenciaturas en Energías Renovables y en Medicina Forense donde nuestra Facultad colabora.

Desde su origen, la Facultad de Ciencias tuvo una meta clara: formar científicos que realizaran investigaciones que se tradujeran en beneficios para la sociedad, que elevaran la cultura científica del país y que aportaran al avance del conocimiento humano. En su setenta y cinco aniversario me honra decir que dicha meta se sigue cumpliendo, que sus producciones han contribuido al desarrollo nacional y que sus egresados han sido protagonistas en la construcción de una sociedad más justa e ilustrada. Nuestra Facultad es el alma mater de científicos reconocidos por su excelencia a nivel nacional e internacional, y lo es de muchas y muchos de ustedes que, estoy segura, brillarán en el futuro.

Llena de proyectos y ambición, la Facultad de Ciencias nació y se ha consolidado como un pilar fundamental de la grandeza de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la fortaleza de nuestro país. Hoy celebramos el camino andado y encaramos los horizontes futuros que, estoy convencida, con el esfuerzo de todos serán cada vez más prósperos y exitosos.